miércoles, 16 de julio de 2014

Ni la magia...


El café ya estaba frío cuándo el joven hechicero se desplomó en uno de sus sofás. Las ojeras en sus ojos, la mirada cansada y los labios cerrados en una mueca de frustración. Bebió un sorbo del café y lo escupió al sentir el brebaje ya quemado. Molesto, asestó un golpe a la taza de porcelana que se destrozó en varios pedazos blancos y dorados y manchó la alfombra color granada que adornaba la habitación.

La fiel asistente y oráculo del viento irrumpió en la habitación en una ráfaga de mariposas color esmeralda.
-¿No es un buen día? - Preguntó con su voz desprovista de sentimiento alguno. Cualquiera diría que lo decía de manera sarcástica, sin embargo Yuelio siendo creador de Heine entendía en aquel tono sin vida que estaba preocupada.
- Lo siento... de repente hay muchas cosas - El mago suspiró tratando de calmarse mientras su creación y amiga recogía los pedazos de taza con un ademán de su mano. Una suave brisa juntó los pedazos y secó el desastre del suelo, unas cuantas polillas de color violeta desaparecieron la porcelana a mordidas y se desvanecieron dejando todo en orden.
-¿Sigues experimentando en el vivero? - Una mirada frívola y terrible del hechicero hicieron que la subordinada entendiera que quizás no era el momento de seguir por esa línea. Hizo otro ademán y de una pequeña ráfaga esmeralda, una taza con chocolate caliente apareció en su mano. -Es mejor que el café para ti en este momento...-
A regañadientes el hechicero de cabellos plateados sorbió el contenido de la taza.
-Este y todos los mundos son increíbles...- comenzó a decir en su monótono y tranquilo tono -... lleno de magia y milagros, dónde cada idea da nacimiento a una acción. Sin embargo uno se sigue empeñando en buscar los errores y fracasos... -
- No es cualquier cosa.... se busca el mejorar, el crecer, el cambiar...- interrumpió.
- Y no hay nada de malo en eso... sin embargo no hay razón para olvidar todo lo demás... - Dos mariposas salieron de su mano, lentamente recorriendo la habitación. Una de ellas comenzó a tambalearse y en un momento comenzó a caer y retorcerse en el piso. El hechicero se quedó observando retorcerse a la mariposa del piso. - ... obvio que no puedo pedirte que no mires o hagas algo por esa, pero... te puedo pedir que no olvides que hay otra volando.-
El hechicero cerró sus dientes de dolor mientras unas cuántas lágrimas caían de sus ojos.
- No quiero que sufra... -
- Yo tampoco... - la oráculo abrazó a su maestro, que al sentir los brazos de su creación rompió en llanto.
- Pero no puedo arreglarlo, mi magia no sirve en él...- sollozaba el hechicero..
- Pero sin amor, sin tristeza, sin pasión... la magia no se puede ver... habrá que seguir intentando... si es lo que realmente deseas- El hechicero enjugó sus lágrimas en su manga, y asintió...
-Seguiré intentando un rato más... y luego otro rato más... tengo cien años, tengo mil años... tengo toda la eternidad- Sin esperar respuesta y con un rostro lleno de determinación el hechicero huyo nuevamente al invernadero. Heine soltó un suspiro. Sabía perfectamente que dentro de ese universo propio, su maestro era un dios y podía hacer lo que le plazca... pero saliendo del mismo, su jurisdicción terminaba... y no había nada más que hacer... al adentrarse en otro mundo que no es el propio a veces ni la magia servía.


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