lunes, 6 de mayo de 2013

Flores...

Hace tiempo ocurrió... ya hace tanto que no recuerdo bien... para mi lo más importante del mundo fueron mis flores. Aquellos botones me dieron las alegrías más grandes y verlas crecer y necesitarme, me hicieron la persona más feliz del mundo...

Hubo ese tiempo que tenía alas del puro color de la nieve, del inmaculado destello de la luna. Enormes alas que mantenían un poco mi cordura y mi meta clara. Esas noches aparecieron los primeros brotes en mi jardín... unos pequeños brotes que yo mismo creía que jamás llegarían a mi y los recibí extrañado, pero con el corazón palpitante y alocado.

Con el pasar de los días esos brotes crecieron en árboles bellísimos, cuya sombra y cobijo sólo pude corresponder con continuos mimos y cuidados. Mi jardín embelleció de ese terreno infértil que solía ser cuándo era chico y le tenía miedo a la vida... cuándo aún era un humano...

Nunca olvidaré el día en que apareció en medio de todos los árboles un brote pequeño y hermoso, que con el tiempo se abrió en una preciosa margarita. Era sencilla, pura y exquisita. Cada pétalo abierto me hacía más feliz y conforme pasó el tiempo la mimé cómo a ninguna otra planta en mi jardín.
Sin embargo llegó ese momento terrible... dónde los pétalos comenzaron a marchitarse... mi dolor fue terrible pero no olvidé su belleza.

Imaginar mi alegría cuándo apareció otro brote hermoso, una planta aún más bella apareció en mi jardín y en vez de hacerse un árbol, se convirtió en una flor, de exquisitos tonos morados y , nobles y delicados pétalos.
Extasiado y con el miedo de perder esa flor, cree un invernadero sólo para ella. Mis alas comenzaron a desgastarse con el trabajo y ensuciarse con mis deseos. La flor creció grande y bella... pero jamás se abrió...

Decidí no ser opresivo y mientras tanto cultivé más flores. Mi invernadero comenzó a llenarse de pequeñas flores y sueños... aunque conforme más se llenaba... menos flores se abrían. Para mi las flores fueron lo más importante y su cuidado me tomó incontables noches de insomnio, y la corrupción de mi persona. Poco a poco me perdí... en el deseo de que mis flores se abrieran para mí.

Mis alas se perdieron... de repente sólo tenía una, a veces no era ninguna....otras sencillamente habían perdido el color níveo de la inocencia que tuve para reemplazarlas con colores oscuros y tristes.

Esa flor purpurea nunca abrió, al igual que tantas otras que planté sabiendo que no abrirían para mi pero no por eso dejé de amarlas menos. Mi dolor y locura comenzaron una vez que la flor purpurea se marchitó... y si bien me había liberado de su encanto... me había quedado un vacío... un terrible agujero el cuál creí no poder llenar más que con placeres más viciosos.
Una noche de locura decidí levantarme y destruir el invernadero... ahora el jardín está en ruinas... con ciertos árboles débiles y muchos otros fuertes que se niegan a caer. Creí ya no volver a pensar en mi jardín... creí que nada volvería....

Entonces ¿por qué? ¿Por qué hoy que veo a través de mi ventana, veo en los restos del invernadero una flor tan hermosa? Se... de antemano que esta no abrirá tampoco... pero me invade esa sensación de calidez y felicidad de nuevo...

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