martes, 22 de enero de 2013

Limbo

Abrí los ojos, despertando en una pequeña cafetería de una larga cadena de franquicias. El aroma del café inundó mis fosas nasales, tan sólo de darme cuenta que llevaba unos momentos dormido. Últimamente siempre duermo, incluso cuando trabajo, incluso cuando camino, incluso cuando duermo...
No sé si mi cuerpo busca protegerme de lo que hay allá afuera con sueños vulgares y cosas que no son, sin embargo cada vez que abro los ojos la luz me molesta.
Mientras yo duermo se crea una pantalla sumisa y frágil. Cansancio, enfermedad, sacrificio, momentos en dónde mi estómago se revuelve al despertar por ver tanta inactividad. Mi cuerpo está subsistiendo y nada más últimamente...
Mis cuatro yos duermen y se turnan para vigilar que no me pase nada y que mi cáscara no reciba daño de ninguna forma posible, pero se torna aburrido hasta para ellos. Comienzo a desperezarme, buscando alguna pasión olvidada y viendo el jardín de de mis sueños descuidado y olvidado me hace pensar que quizás ya no quede un brote que valga la pena.
Regreso rápido en mi y volteo a ver la ventana. Un gato negro se estira y devuelve la mirada.
-¿Qué quieres ahora de mi? - El gato maulla divertido... - ¿Bernkastel ?
Al escuchar las palabras el gato se funde en una sombra viscosa y sale de la misma una joven de cabellos negros azulados, cuya cara refleja tanta emoción como una estatua olvidada, estoica y perdída en su lugar... todo se detiene...
- ¿Me vienes a ofrecer un milagro?...- la joven toma asiento en mi silla desocupada y de la sombra de mi taza, saca otra taza de obsidiana totalmente brillante, la taza comienza a llenarse de un fragante líquido dorado y el aroma a durazno llena el café.
-¿ Por qué lo haría? estoy disfrutando de esto. Es un acompañante perfecto para este té. Suave y delicado, sin necesidad de que mueva un dedo. -
Suspiré suavemente, algo desesperado por la situación. Mantuve mis ojos cerrados un momento, necesitaba concentrarme un poco para poder hacer la transformación... Un montón de plumas me rodearon, me perdí entre la suavidad de la nada.
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En su lugar apareció Yuelio, luciendo su traje de seda chino de ese color oscuro semejante a una noche bañada en la luz de la luna. Sus enormes mangas no parecían estorbarle y en ningún momento tiró nada de la mesa. Rozó el recipiente de plástico en dónde estaba servido su té helado y este se transformó en una elegante taza plateada. El líquido escarlata aumentó su temperatura en un instante.

- ¿A qué debo tu visita?
- ¿A qué estas jugando? ¿Tientas a la muerte?
- La bruja milagrosa preocupada por mi. En serio que caí bajo. - Un sorbo al té y una risita sarcástica . Era un espectáculo interesante ver al hechicero de esperanza, sin ella. Aquél que pasa las tardes creando esperanzas y no dejando que la gente se rinda, mostrarse sin ganas de seguir.
-Tu final tan cercano... y sin nada que hacer - La bruja se relamió... sólo ella lo veía. Contemplaba con deleite ver a su antiguo maestro retorciéndose, dentro de la nada y junto a nadie.

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