viernes, 8 de febrero de 2013

El Festival de Delfos - Parte 1

Para evadir el terrible aburrimiento es común que brujas y hechiceros tengan fiestas, reuniones y eventos. Uno puede ser espectador en unas y en otras se puede participar y perderse durante días, semanas, meses, años o incluso décadas y siglos. Hay agendas tan apretadas que para poder ver a ciertos hechiceros es necesario esperar miles de años. Si no hubiera magia para hacer el tiempo relativo, supongo que también esperar sería aburrido. 
Cada mil años por ejemplo se hace esta competencia en DelFos en dónde se juntan de los más prestigiosos hechiceros creadores y se les dan unos cuántos minutos para crear un universo. El universo mejor creado y más interesante es el que se lleva la preciada copa hecha de lágrimas de estrella. Siendo un material raro, ya que una estrella sólo llora por el verdadero amor (que en estos tiempos escasea) , hace que el trofeo no sea sólo un exquisito adorno, sino también un excelente material para ciertos conjuros. Por lo mismo esta era una encarnizada lucha entre todo tipo de hechiceros y era acostumbrado ver clanes y agrupaciones. 
Heine miraba distraída por la ventana, su pequeño morral de viaje se encontraba listo y sólo le quedaba esperar a que los otros tres terminarán de empacar. Su maestro le acarició gentilmente la cabeza pero ella no se movió ni un milímetro, cuál si fuese una muñeca de porcelana.
- Se ve contento - Por fin pronunció. 
-No es acostumbrado que se me invite a muchos lugares, con eso de que la gente me tiene odio o miedo- el hechicero sonrió con una mueca burlona
- Ellos no. Ese clan desde hace tiempo le ha demostrado bastante cariño - 
- Cierto es... de lo más interesante - Yuelio abrió las manos y una flor de loto cerrada cuyos colores cambiaban suave pero constantemente apareció de repente. - El clan del dragón de loto son de lo más interesante.. -
 El hechicero acarició con la delicadeza de un amante a la flor, que al abrirse llenó la habitación de un exótico perfume. El aroma era tan exquisito que más que recordar a alguna fruta o flor, aspirarlo sólo te traía de las memorias más agradables que hayas tenido en tu vida. Unos recordaban a la familia, a los amigos, pero la imagen del demonio fue quién apareció en su mente... de no estar listo para tal emoción Yuelio hubiese derramado al menos una lágrima. 
Heine mantenía sus ojos cerrados con el placer que ocultaría de todos, hasta de aquellos que leen esta historia. 
- Estoy seguro que les irá bien y no sólo deseo verlos a ellos, sino que quisiera compartir mi tiempo admirando todos esos maravillosos universos. - 
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Delfos es una de las dimensiones más concurridas en este lado del plano, cuenta con muchos lugares para comprar, comer, pasearse y divertirse, por lo que también una cantidad absurda de hoteles y hostales se han establecido. Su creador no se le ha visto en siglos pero sus reglas siguen establecidas. 
Antes de proseguir quizás es necesario que explique estos para los mortales que leen este diario. Así cómo cada persona tiene su propio "mundo" y sus propias ideas, cada bruja tiene una dimensión creada para y por sí misma. Esta dimensión no puede ser cambiada o destruída sin aprobación del consejo de hechiceros y salvo los visitantes y sus pertenencias, todo lo que está en esa dimensión pertenece a su creadora. 
La mansión de Yuelio es un claro ejemplo pero si bien él se ha recluido en un hogar, muchos otros hechiceros han optado por crear enormes y opulentas ciudades. Por supuesto cómo en todos los establecimientos, existen reglas. Un invitado, pasante o turista no puede desobedecer aquellas reglas. Las consecuencias siempre han sido horribles. En ocasiones cuándo se sienten cómodos algunos hechiceros prefieren incluso vivir en alguna dimensión creada por alguien más. La suya se vuelve una especie de vacío o de cierta manera se anexa a la otra dimensión. 
La ballena al fin descendió en una de las calles de la gran ciudad. Yuelio bajó con su séquito y sus amigos de un salto y comenzó a acariciar al gigantesco animal que los trajo. 
De entre sus amigos uno de ellos, grande y corpulento tomó todas las maletas, materiales y extras, los balanceó de una manera ridícula en su hombro y bajó el cargamento cómo si nada. 
- Lion pudimos usar magia para bajar eso -  le arguyó una guapa joven de cabello castaño y piel blanca
- Por eso es que están tan desnutridos - contestó el otro que cómo si nada cargó el equipaje de 40 en un sólo brazo. 
Me recuerdo entonces establecer que , el clan del dragón de loto es una congregación de brujas y hechiceros cuyas magias son muy afines, la mayoría de ellos son magos creadores de aquellos que pueden generar algo de la nada, sin embargo también incluyen ilusionistas y captadores reconocidos en el mundo de las brujas. Aunque el clan es grande y temido u odiado por otros creadores, entre ellos han logrado establecer irrompibles vínculos semejantes al de una familia. En este evento 4 equipos del clan entrarían en la competencia y era un deleite esperar que alguno de ellos ganaran. 
Fuera de los sentimientos personales del oráculo de cabello blanco, por más que se sentía atraído hacía ellos, él jamás sintió una pertenencia a este clan, por lo que sentía que era un honor poder ver sus obras. -    - Amar no te hace pertenecer - dijo suspirando mientras entraba al amplio hostal. - debe ser un sentimiento mutuo, totalmente egoísta y terrible dónde querer pertenecer se conjunta con el obligar a pertenecer. 
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Los días pasaron tranquilos y amenos mientras todos convivían en el hostal. Las parejas practicaban su magia y se sincronizaban para que al final todo quedara bien. El hostal permitió el armado de una pequeña forja fuera de los cuartos y entre martillazos, se fueron creando materiales increíbles. 
Yuelio dormía tranquilo sabiendo que el hechicero de la luz terminó siendo su compañero. 
Arthur, era un ya milenario hechicero de la luz, cuyas hazañas, sueños y poderes eran bastante reconocidos. A su edad pese a su joven apariencia, ya se le saltaba alguno que otro tornillo y aunque el oráculo tendía a bromear mucho de lo longevo que era el caballero luminoso, le admiraba mucho y atribuía sus errores mas que a los achaques de su edad, a una impulsividad y pasión que lo fascinaba.  Justamente él y Lion eran compañeros y estaban creando un universo de lo más interesante. El trabajo era arduo e incluso Yuelio se iba a dormir o meditar antes que Arthur y al derpertar, él día del luminoso ya había empezado. 
Zak, Heine, Yuki  y Coro no dormían más que por placer por lo que tenían que mantener guardia en la habitación. Heine era la más impresionada ante la pasión desbordante del clan, siendo que ni ella, ni su maestro gozaban de ese sentimiento hacia nada. 
Una noche Arthur entró con el cuerpo dolorido de tanto trabajo y en un paso en falso rebotó contra la cabecera de la cama. El hechicero se rió cuál si fuese un niño pequeño que se da cuenta de su torpeza  pero antes de que su mano se acercara a la zona del dolor, los dedos de la chica de ropajes verdes ya estaba sobando su herida. 
- Gracias - masculló y le lanzó una sonrisa a la joven de expresión ausente. Heine se dió cuenta de lo rápido que había reaccionado y una vez dejó al hechicero dormido, regresó a su puesto, intrigada de la situación. 

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